viernes, 4 de abril de 2014

Los ojos negros de Carlos brillaban intensamente mientras me declaraba por primera vez su amor, lo mismo que después cuando también hacía lo propio de forma eterna, y ya no solos, frente a muchos testigos. Él llevaba una chaqueta de color claro, como suele hacerlo incluso fuera del trabajo, y nunca me ha querido confesar que lo hace para que le resalten más sus ojos. Desde el primer día que lo conocí es la eterna afirmación que todavía espero escuchar de su propia boca.

Yo vestía de sport, lo hago incluso en mi trabajo, y siempre con colores oscuros. Ese día estábamos entonces de blanco y negro, como casi siempre. Yo era muy feliz, tanto que he recordado muchas veces después ese momento, incluso sabiendo que Carlos estaba liado con otras, por lo que desde ese entonces puedo decir que estamos también en blanco y negro.

El beso que siguió a ese momento fue breve pero tierno, y mientras lo saboreaba como en sueños escuchaba a lo lejos, viniendo poco a poco hacía mí, una voz extraña que me pedía inútilmente que tratara de abrir los ojos. Hasta que lo hice me pareció una eternidad, sintiendo un dolor enorme en mi cabeza.

-Ya por fin, parece que esta señorita regresa al presente de nuevo.

-¿Está bien doctor?, ¿no parece muy grave lo de la cabeza?, el golpe se lo dio dos veces,  la peor la segunda y en el mismo sitio. No me preocupe por favor.

Tratando de ubicarme, lo veía todo borroso; me aguantaba el dolor y, reconociendo por lo menos la segunda voz, traté de hablar.

-No, no hables todavía. Si sientes mucho dolor me lo indicas con la mano para tratar de aliviártelo. Y no te preocupes, estás en buenas manos.

-Alba, hija mía, como dice el doctor, tranquila. No te volviste a poner el cinturón en el coche, y que susto nos has dado.

-Señora, por favor, esperemos un rato; ella irá dándose cuenta poco a poco de todo. Dejémosla ahora descansar.

-Sí doctor, es sólo para tranquilizarla un poco. Hija, descansa, yo cuido de ti, aquí no vendrá nadie.

Por suerte una ambulancia llegó pronto, ya que pasaba por casualidad cerca de ahí, y ni Valeria nos ha podido ver ni nadie nos ha podido seguir.

Lo que mi madre me contaba me volvía a la realidad. No sabía si estar contenta por estar de nuevo de vuelta. Me preocupaba también lo que decían de mi cabeza, o si prefería estar en el mundo de los sueños, aunque fuese recordando momentos dulces pasados con el ahora cabrón de Carlos. Todo se había desmoronado, nada iba en absoluto como había planeado.
Autor REDLATO CULTURATIC-FLV Fecha 15:38 3 continuaciones finalistas

3 comentarios:

  1. El médico nos dijo que sería conveniente permanecer en observación al menos veinticuatro horas, a pesar de que las pruebas realizadas no mostraban en principio ningún tipo de lesión interna. Mi madre le dijo que por supuesto, mientras de manera sutil lo arrastraba hacia la puerta sin que él se diera cuenta. En menos de dos minutos lo tenía fuera del cuarto y estábamos solas.

    —¿Vamos a quedarnos aquí el día entero?

    —Me temo que no va a ser posible, pero ¿qué querías que le dijera? Trata de dormir un poco mientras yo salgo a ver como consigo un nuevo medio de transporte.

    —¿Vas a dejarme sola? ¿Y qué hay de lo de la diana en el pecho?

    —Por el momento creo que nadie sabe dónde estamos, aunque es probable que lo descubran pronto. Aquí no puede pasar nada porque es demasiado público y llamarían la atención. Aun así, cuando antes nos vayamos, mucho mejor. Luego podríamos tener problemas para salir.

    —¿Por qué no llamas a Juan para que venga a buscarnos?

    —Alba, Juan es tu hermano y mi hijo y lo quiero más que a mi vida, sin embargo debes saber que no va a sernos de ayuda. Avisarlo sólo le pondría en peligro y en una situación muy comprometida.

    —No lo comprendo. Entiendo que no quieras que se arriesgue, pero no podemos seguir con esto solas.

    —Es más que un riesgo. Tu hermano forma parte de ese otro mundo que yo esperaba que no llegaras a conocer. No puedo ponerlo entre la espada y la pared. En cambio, tienes razón en lo de no continuar solas. Vamos a dar un pequeño rodeo para contactar con alguien.

    —¿Vas a decirme alguna vez dónde vamos?

    —¿Qué quieres, unas coordenadas? No es importante el dónde, sino lo que hay allí.

    La irrupción de una enfermera que venía a darme un analgésico interrumpió la conversación. La pausa fue aprovechada por mi madre para preguntar la ubicación de la cafetería y marcharse con un sencillo “ahora vuelvo, voy a buscarte algo para que repongas fuerzas”.

    Ambas salieron y me quedé sola. Necesitaba un abrazo y abracé la almohada, aferrándome a ella como si fuera otro ser humano. No funcionaba. La ausencia de calor chocaba con mi frío interno. Miré el reloj. A esa hora Carlos ya debía de haber visto el email. Me pregunté cuál habría sido su reacción y si habría respondido al mensaje o salido a buscarme. ¿Suponía también él una amenaza como había insinuado mi madre? Aunque había prometido no pensar en ello, la tentación fue demasiado grande y quise comprobar el móvil por si había noticias al respecto. En ese momento caí en la cuenta de que mi bolso no estaba allí. ¿Lo llevaba en el coche o lo habría dejado en la casa? ¿Lo tendría mi madre?

    ResponderEliminar
  2. Mi madre, a la que hacía poco había ido a buscar para saldar algunas cuantas pendientes, era la única que me cuidaba. El USB que creía que me conseguiría la liberad para instalarme en una nueva vida, ahora parecía ser la causa de todos mis males posibles.
    Al final todo resultó una conmoción por el golpe, eso sí, algo más fuerte que las que me provocaban los que de vez en cuando me regalaba Carlos cuando al cabo de unos años no soportaba que me enfrentara a él, a su dominio total sobre mí.
    Cuando me dieron el alta, mi madre parecía inquieta y con prisas por salir de allí. Pidió un taxi y le indicó que nos llevara a la estación de trenes.
    - ¿Qué pasa, madre?
    - Nada hija, que hay cosas que no había pensado bien y nos ponían en peligro, pero ahora no te preocupes, intenta relajarte, todavía estas convaleciente.
    No pregunté más y me dejé llevar, era verdad que no me encontraba aún con la mente lo suficientemente despierta.
    Cuando llegamos a la estación, mi madre compró los billetes de largo recorrido que tuvieran la más pronta salida. Me resultó evidente que lo que quería era poner rápidamente tierra de por medio.
    El AVE a Valencia salía en media hora. Mientras esperábamos en el andén, ella no paraba de pasearse inquieta y escrutar hacia todos lados. Consiguió ponerme nerviosa a mí también.
    - ¿Puedes ahora explicarme algo?
    - El coche
    - ¿Qué pasa con él?
    - Pues que no conté con que les llegaría información del accidente y nos buscarían en el hospital. De momento hemos escapado, pero no estaré medianamente tranquila hasta que el tren arranque.
    ¡El tiempo! Cuán largo o corto pude ser el mismo periodo dependiendo de lo que sientes o deseas.
    Que largas eran aquellas cenas a las que Carlos me llevaba obligada. Siempre los mismos personajes de falsas actitudes, y esa retirada final de los hombres a un salón aparte. Entre ellos Juan y también mi padre hasta que enfermó. Mientras, las mujeres nos quedábamos hablando de cosas triviales. En la mayoría de ellas veía mi misma tristeza en sus ojos aunque intentaran disimularla con tontas risitas. Seguro que algunas llevaban moratones velados por una espesa capa de maquillaje.
    Por fin el tren se puso en marcha y la expresión de mi madre comenzó a cambiar, y su relajación comenzó a sosegarme a mí también. Empezábamos a ser dos seres vinculados emocionalmente, como si un cordón umbilical rasgado brutalmente fuera recompuesto con delicadeza.
    Teníamos asientos enfrentados, lo cual propiciaba la conversación mirándonos a la cara.
    - ¿Y ahora qué, madre? –inicié-. ¿Mamá? –concluí, y noté que el cambio le alegraba la cara.
    - Querida, de momento solo estamos poniendo distancia, luego con esa mente más lúcida y joven que la mía, tendrás que ayudarme a llegar donde el medallón nos lleve.
    - Cuenta conmigo, pero en algún momento tendrás que darme algo más de luz.

    ResponderEliminar
  3. Pensando en todo ello y sintiendo menos dolor en la cabeza, me iba quedando poco a poco dormida, probablemente producido por el efecto de la droga que el doctor habría puesto en la bolsa de suero que colgaba a un lado de la cama. Por suerte para mí, en el último instante, pude detener el sueño cuando de pronto escuché hablar a mi madre nada más y nada menos que con Carlos.
    -¿Cómo está?, espero que no se ha haya dado cuenta de nada.
    -Calla hombre, tranquilo, pero no hablemos aquí, igual no está dormida del todo. Salgamos fuera de la habitación.
    No podía ser, de qué no me tenía que dar cuenta. Cómo que Carlos había llegado ahí si según mi madre no nos había visto nadie llegar al hospital. Me hacía todas estas preguntas mientras seguía escuchando sorprendida la conversación entre los dos. Por suerte para mí, la puerta no se había cerrado del todo y no me perdí detalle alguno de la trama que se tenían guardada. No podía creer que todo había sido un plan preparado por los dos, conocían mis intenciones y en plan compinche se estaban encargando de eliminarlas.
    Lo que no me podía creer del todo es que mi madre fuera en contra mía y se aliará con Carlos; ella me había estado mintiendo y manejando a su antojo desde el primer momento que había llegado a esa maldita casa en la mañana.
    -Ella no sabe nada, no te preocupes, todo está saliendo como planeado, excepto que no esperaba lo del golpe, qué susto me he pegado. La pobre ha podido salir malparada, menos mal, por Dios.
    -Pero el USB, ¿has podido quitárselo? Esa información no puede salir en absoluto a la luz pública, sería mi destrucción y eso no lo podemos permitir.
    -Tranquilo querido yerno, todo irá bien, confía en mí. Yo tengo en mis manos ese USB, pero no te lo voy a dar todavía. Tú ahora tienes que dar el siguiente paso y sabes muy bien cuál. Si me fallas te acordarás para siempre de tu suegra. He confiado plenamente en ti desde siempre.
    -Pero suegra, yo solo no podré…
    -Pero qué estás diciendo, no me digas que ahora te estás rajando, no es que dices que estás preocupado por lo de tu destrucción, en qué quedamos entonces. Ese es el trato, haces lo que falta, de lo contrario ni USB ni nada, y lo que es peor, si te echas atrás ya sabes muy bien cómo me las llevo.

    ResponderEliminar

No es necesario estar dado de alta ni identificado en Google, OpenID, etc. para enviar tu aportación.
Recuerda incluir autor, DNI, email y tu texto.

  • Facebook
  • Twitter
  • Linkedin

Twitter

Encaja 400

PARA LA: