miércoles, 22 de abril de 2015

Y lo que se nos venía encima empezó desde ese mismo momento, cuando Sandra se dio cuenta de que había dejado la llave en las ropas mojadas antes de cambiarse. Por suerte se dio cuenta ahí mismo y el susto se nos pasó rápido, si no teníamos que haber regresado y hubiésemos perdido un tiempo precioso.

Teníamos que salir a un lugar menos apartado e intentar coger un taxi para llegar a esa dirección. Con el atuendo de Sandra teníamos que estar atentos y hacer como que íbamos a una fiesta de disfraces. El taxista se partía de la risa, no podía evitar reírse de la pinta de Sandra y tuvimos que seguirle la corriente Félix y yo y tratar de que ella no hiciera una de las suyas cuando se pone furiosa.

Llegamos al Cuatro de Marzo, Félix llevaba casi el dinero justo para pagar el taxi, faltaban 2 euros que nos perdonó el taxista, que aún seguía riéndose sin parar de mirar a mi hermana.

- Aquí estamos, frente al pisito, no guardo malos recuerdos de este lugar a pesar de que permanecíamos casi siempre guardados- exclamó Sandra, ya liberada de la tensión del taxi.

- Pues yo no puedo decir lo mismo, se me hicieron eternas las semanas, meses, lo que fuera, ahí dentro.

- Venga dejaros de melancolías que aquí hemos venido a otra cosa. Dame la llave, yo mismo abro- apretó Félix al vernos perder tiempo sin necesidad.

Sandra no le concedió ese deseo y cuando iba a meter la llave en la cerradura se dio cuenta de que había sido manipulada.

Acercó la oreja a la puerta y poniéndose el dedo índice en la boca indicándonos silencio intentó averiguar quién podía estar ahí. Al momento, vi como su rostro se transformó; era una señal de que habían llegado antes que nosotros.

Dentro la Jirafa maldecía porque no daba con lo que buscaba.

- Kiril, busca bien, ¿estás seguro de que no hay nada?, no puede ser, busca, rebusca- gritaba ahora como una loca.

Era la señal de que teníamos que desaparecer de ahí y rezar para que no encontraran lo que nosotros veníamos a buscar. Seguro papá había encontrado un lugar perfecto para no dar con las pruebas. Teníamos que decidir qué hacer, ellos no iban a estar mucho más tiempo adentro y nosotros debíamos de actuar.

Ya de nuevo en la calle, y para nuestra sorpresa, el taxista nos esperaba.

- Vamos chicos, ustedes traman algo y yo quiero ser parte de esto, yo antes fui policía, y de los buenos. ¿Cuál es el próximo destino?, ¿a quién liberamos?- sin duda, nos iba a ser de gran ayuda este extraño taxista.

- Para la calle Hípica, seguro que vuestro padre permanece aún allá. Siendo ahora cuatro, y probablemente poca la vigilancia que tenga, podremos liberarlo y después con su ayuda buscamos a mis padres -apuntó Comesaña todo decidido.
Autor REDLATO CULTURATIC-FLV Fecha 15:07 Propón continuaciones

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